Hace unos meses, Enderson Sequera, un brillante estudiante de ciencias políticas de la Universidad de Carabobo, motivado por una actividad académica, me realizó una entrevista sobre el tema del liderazgo político venezolano. La entrevista fue publicada en su blog https://polihablandoblog.wordpress.com/. Creo que después de casi un año, lo que allí se dijo mantiene vigencia y decidí publicarlo en mi espacio. Pueden leer algunos extractos de la entrevista a continuación:
Enderson Sequera (ES): En medio del convulsionado ambiente político de nuestro país, tomarse unos minutos para hablar sobre el liderazgo parece ser o un acto de divisionismo o una banalidad. Mucho se ha dicho, y se seguirá diciendo, desde la reacción visceral producto del descontento y de tener las pasiones a flor de piel. En cambio, poco se ha reflexionado y meditado desde la experticia que brinda la academia. Si partimos del principio que, para lograr el éxito en cualquier actividad humana, la reflexión debe preceder a la acción, nos encontramos en la necesidad de hacer un balance sobre el desempeño de nuestro liderazgo. En las líneas posteriores, el profesor Yván Serra, politólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y el Instituto de Estudios Superiores y Administración (IESA), nos comparte sus agudas reflexiones sobre la dirigencia política venezolana y su visión del liderazgo.
I Parte – Del caudillismo a la modernización
ES: Según su opinión, ¿Cuáles han sido las principales fallas del liderazgo político venezolano antes de la llegada al poder del Ex presidente Chávez?
Yván Serra (YS): Cuando hablamos de liderazgo, la gente que lo estudia lo que hace es tratar de conseguir patrones comunes que hacen que alguien sea identificado como líder. Gandhi, Mandela, Churchill: qué es lo que tiene esta gente que hace que otros los sigan. Eso es el liderazgo. Allí, unos encuentran e identifican patrones y otros no ven ninguno. Pero, ¿qué es en esencia un líder? Es una persona que tiene un objetivo que no puede ser alcanzado por el solo y de alguna manera compromete a algún grupo de personas a que lo ayuden a conseguir ese objetivo.
Ahora, si nos remontamos al año 1935, ¿qué sucede? muere Juan Vicente Gómez. Y tanto Cipriano Castro como Gómez tuvieron una virtud que fue acabar con el caudillismo. A sangre y fuego. Caudillo que se atravesaba, caudillo que se fusilaba. Hubo una sola mano, un solo jefe. Posteriormente, cuando muere Gómez no hay un caudillo que lo siga, en una Venezuela que estaba teniendo una fuente de ingreso que antes no tenía que era la renta petrolera. Así, Eleazar López Contreras, que más o menos tenía la idea de seguir un esquema Gomecista, al cabo de un año tenía una poblada a las afueras del Palacio reclamándole derechos. Tanto así, que la manifestación más grande que se ha visto en Venezuela la tuvo Eleazar López Contreras. Allí tuvo que empezar a reconocer que el país tenía que cambiar, y se da inicio, en ese momento, a un proceso de modernización del país.
Ese grupo, donde además de López, estaban Manuel Egaña, Alberto Adriani, Pocaterra, Uslar Pietri, planteaba que el pueblo, la masa, era ignorante y no tenía capacidad por ella misma para adelantar un proceso de modernización. Por tanto, este tiene que ser dirigido desde el punto de vista de elites. Nosotros tenemos que dirigir este proceso. Eso de votar no cabe aquí, y debemos seguir con un voto restringido.
Por otra parte, Acción Democrática (AD), Rómulo Betancourt, tenía otras perspectivas. ¿Por qué este proceso de modernización va a ser dirigido desde arriba? Nosotros creemos que el pueblo tiene que ser participe y protagonista de este proceso. Sin embargo, ¿qué fue lo importante de ese liderazgo? Que, independientemente de las diferencias, ambos (el grupo de López y AD) tenían claro un objetivo: la modernización de Venezuela. Cuando dicen que no se le hizo caso a Arturo Uslar Pietri de que había que sembrar el petróleo, ¡claro que se le hizo caso! Lo que pasa es que los objetivos no fueron logrados. Entonces, cuando revisamos las cifras económicas que recopila el profesor Asdrúbal Batista del IESA, desde la independencia, hasta finales del siglo XX, tú te consigues que Venezuela es un país que creció ininterrumpidamente por más de 50 años sin inflación. Venezuela empezó a ser modelo mundial. Por eso, cuando yo era muchacho, recuerdo ver en Televisión a alguien decir que Venezuela era el país con renta per cápita más alta de Latinoamérica. Un venezolano iba a Europa y se traía media Europa, como consecuencia del bienestar que existía.
ES: ¿Éramos la Suiza de America?
YS: No tanto así. Pero éramos un país, por lo menos hasta el año 1973, con un proceso de crecimiento, sin inflación, un proceso de urbanización acelerado. La modernización requiere que la gente viva en ciudad, no que viva en el campo. El venezolano en los años 20 se moría de mengua. En los años 20 teníamos 90% de analfabetismo y 50 años después, pasamos a tener 90%, pero de personas alfabetizadas, que viven en ciudades y que muestran prosperidad. Uno se detiene y es imposible no precisar que allí el liderazgo tuvo que influir en eso. Tuvo éxito. Y eso, en gran parte, se debió a que tenía una meta clara. La modernización.
II Parte – De la modernización a la partidocracia
YS: Después de los años 70 es que viene el problema. En esa época, había ya economistas alertando que ese proceso de crecimiento basado en la renta petrolera estaba empezando a mostrar un desgaste. ¿Cómo nació nuestro proceso de modernización? A través de lo que se llamó la sustitución de importaciones. Pero, no podíamos tener una industria que le vendiera la maquinaria a la FORD, teníamos era que ensamblar los vehículos que te iba a preparar la FORD. Así, las grandes empresas empezaron a instalarse en Venezuela, y a la par, se fue creando una burguesía nacional, porque si queríamos ser un país moderno, tenías que tener una clase empresarial. ¿Y qué teníamos para crear esa clase empresarial? Petróleo.
De esta manera, los empresarios llegaban y le presentaban una idea al gobierno. Y este asumió el compromiso de protegerlos. Ese fue el proceso que empezó a tener debilidades. Después de 30 o 40 años de una industria basada en sustitución de importaciones, esta empieza a mostrar las falencias y ya no tiene como sostenerse, ya que era muy fácil operar en un mercado protegido por el Estado.
A eso, debemos sumarle, en el año 73, la guerra árabe-israelí y sus consecuencias en nuestro país: el precio del petróleo se dispara y Venezuela empieza a percibir unos recursos enormes de este. Entonces, como había más dinero para invertir, el Estado empezó a meterse en una gran cantidad de cosas que dependían, esencialmente, del excedente petrolero. En el momento en que estos excedentes no iban a estar, ibas a tener problemas para mantener esas inversiones. En esencia, empezamos a ser víctimas de un mal manejo de nuestro proceso de modernización.
El segundo gran problema de ese liderazgo es que se empezó a dejar devorar por la partidización y por la corrupción. Lo cual llevó consigo un aumento de los controles y, a su vez, produjo un aumento de la ineficiencia. En vez de pagar (el Estado) por bienes y servicios, empezamos a pagar por funcionarios que lo que hacían era cuidar que la gente no se robará el dinero.
ES: Es decir, ¿se pueden distinguir claramente dos etapas en el liderazgo venezolano: antes de 1973 y después de 1973?
YS: Exactamente. Cuando te digo que vi la noticia por TV, te estoy hablando del primer gobierno de Pérez. Lo que llamarón aquí La Venezuela Saudita. La gente llegó a tener un gran manejo de un excedente rentístico. Por eso, cuando me preguntas cual fue la debilidad de esa dirigencia política, te digo que no supo ver el monstruo que se le venía encima.
Luego de la presidencia de Pérez, Luis Herrera se da cuenta que el país está endeudado, hipotecado, y que, además, tiene un severo problema partidista. Por ejemplo, el primer programa de ajuste para superar ese endeudamiento lo quiso implementar Luis Herrera, ¿y quién le saboteó ese programa de ajustes? Rafael Caldera. Simplemente, porque los costos los iba a pagar él, ya que tenía aspiraciones presidenciales. Resultado: no se hizo el programa de ajustes y el gobierno de Luis Herrera, económicamente, fue un desastre. Y con su gobierno inicia el proceso de desmejoramiento económico de Venezuela. Allí el problema: el liderazgo político no supo revertir el proceso, y, por el contrario, sabotearon, boicotearon, los programas de ajustes.
ES: ¿Hubo una carencia de visión?
YS: A veces no es fácil tenerla. Lo que sí es evidente es que teníamos un liderazgo político donde el interés personal prima sobre el interés colectivo.
ES: ¿Producto, quizá, de ese cortoplacismo electoral tan característico nuestro?
YS: Sí, hubo un gran cortoplacismo. Lo vemos, incluso, ahorita. Tenemos un país hundido en la miseria y nuestros políticos están pendientes de la zancadilla que me va a poner el otro.
III Parte – Cómo enfrentar a los enemigos de la democracia
YS: ¿Cuál es el otro gran problema? Cuando se instaura la democracia, teníamos el dilema de qué hacer con los enemigos de la democracia. ¿Cómo íbamos a, por ejemplo, legalizar el Partido Comunista de Venezuela cuando este, claramente, quería imponer un régimen no democrático? Si llegaban al poder con votos, ¿Cómo íbamos a protegernos y evitar que acabaran con la democracia desde adentro? Y, sencillamente, (la dirigencia política) nunca encontró estas respuestas.
Aquí tenemos dos grandes fallas: no supimos enfrentar el proceso de corrupción y partidización, la ineficacia estatal y el proceso de desmejoramiento de la calidad de vida del venezolano que se empieza a ver a partir del año 1978, y, la otra, es que el sistema fue excesivamente blandengue con los enemigos de la democracia.¿Cómo es eso que tú das un golpe de Estado y luego te dan un sobreseimiento de causa, dos años después? Es decir, tú jamás fuiste delincuente, no hay una razón por la cual juzgarte, cuando tú eres un criminal convicto y confeso. Una persona da un Golpe de Estado, lo admite en TV nacional, dice “por ahora, nuestros objetivos no fueron logrados”, -es decir, que iba a proseguir en busca de estos, en la pelea contra la democracia-, y dos años después sale y se convierte en presidente.
ES:¿Fue esto también fruto del cortoplacismo electoral de la dirigencia, de las presiones en la opinión pública y su futura repercusión en las encuestas?
YS: La figura del blandengue en Venezuela yo la tengo ubicada con nombre y apellido: Fernando Ochoa Antich. Fue él quien convenció a toda la dirigencia política de que había que conciliar y negociar con las Fuerzas Armadas y que para eso había que darles libertad a todos los participantes del Golpe. Ahora, el Dr. Caldera estaba muy ganado a esa posición, ya que había conducido el proceso de pacificación en su primer gobierno. Pensaba que esa podía ser la solución. Pero resulta que Chávez no resultó ser Teodoro Pefkoff, ni Pompeyo Márquez. Resulto ser, por el contrario, una persona que no tenía en su interés implantar un proyecto socialista, sino un proyecto personalista. De largo plazo. Donde él muriera estando en la presidencia. Y así pasó.
Más allá de la diferencia en el contexto y en la situación de ambos países, aquí faltó un Uribe (ex presidente colombiano). Un presidente que llevó a una situación de tal debilidad a las FARC, lo que facilitó, posteriormente, el proceso de negociación de Juan Manuel Santos. Pero cuando Pastrana intentó hacerlo, desde una posición de debilidad, salió con las tablas en la cabeza.
Ahora, es justo decir que, al final del proceso, Carlos Andes Pérez, en su segunda presidencia, si estaba claro. Solo que sobredimensionó su liderazgo y las posibilidades de este para emprender el proceso de cambio en el país. Y ahora, si Caldera saboteo el programa de ajustes de Luis Herrera, ¿Quién fue el primer saboteador del programa “El Gran Viraje” de CAP II? Acción Democrática.
IV Parte – David contra Goliat: enfrentar desde el pluralismo a un gobierno militarista
ES: Durante la época chavista, ¿Cómo fue el desempeño de la dirigencia opositora en Venezuela?
YS: Hay un tema que es la desconfianza. Pero, para responder tu pregunta, lo primero es que hay que dejar por sentado que Chávez nunca debió ser candidato, por una razón, él debió haber estado preso. Si después de 15 o 20 años, cuando saliera de la cárcel, recupera sus derechos políticos y decide entrar al juego político, ya hubiesen sido otros tiempos. El efecto Chávez no hubiera sido el mismo. Ya habíamos empezado, a finales de los 90, el proceso de cambio. Le hubiese tocado competir (A Chávez) con unos gobernadores que iban a ser exitosos en sus gestiones regionales. Con unos alcaldes exitosos en sus ciudades.
Ahora, ¿en qué se equivoca la dirigencia? Yo no sé si hablar de equivocaciones, o de procesos naturales. Existe una gran dificultad de este lado. Nosotros estamos compitiendo contra un aparato que maneja muy bien su estrategia política, que tiene muy claro sus objetivos, que no son el engrandecimiento de Venezuela sino el mantenimiento del poder y de la coalición, y en función de eso nos manejamos de una manera cuasi militar. Allí hay un aparato administrativo-político, que funciona jerárquicamente, se diseña la estrategia y se ejecuta. ¿Cómo enfrentar ese entramado y esa maquinaria a partir de diferentes grupos que les cuesta establecer estrategias comunes porque, en esencia, parten del pluralismo?Porque no quiere decir que dentro del PSUV no haya diferencias, pero, al final, la disciplina rompe esas diferencias. Rompe la disidencia. Operan muy bien el tema de los premios y castigos. A Luisa Ortega Díaz, por ejemplo, se le ocurrió ser disidente, ¿y dónde está hoy día?
¿Dónde fallamos? Obviamente, hemos tomado decisiones equivocadas. Pero es, hasta cierto punto, previsible que las hayan tomado, aludiendo al tipo de enemigo que se enfrentaban. Incluso, yo hace un mes fue que descubrí donde estuvo el error de la dirigencia política de este proceso de calle del 2017. Fuimos a la calle pidiendo cuatro cosas: reconocimiento a la Asamblea Nacional, libertad a presos políticos, canal humanitario y cronograma electoral. Esas cuatro se resumían en dos: agenda electoral y reconocimiento de la Asamblea Nacional. Cuando el gobierno se ve acorralado, lanza una amenaza muy seria, una amenaza enorme: la Asamblea Nacional Constituyente. Esos cuatro objetivos se dejaron de un lado y se cambio el objetivo a uno nuevo: evitar la instauración de la ANC. Cuando el 30 de julio se instala la ANC, sentimos que perdimos. Porque el objetivo que nos habíamos planteado que era detener la ANC no lo logramos. Es muy fácil decirlo ahorita, lo complejo era verlo – y decirlo – por ejemplo, el 02 de mayo.
Se habla mucho de que fue un error abstenerse en el 2005. Pero la verdad es que los resultados iban a ser idénticos, porque la oposición estaba de capa caída. Y la gente, luego del referéndum, estaba en un estado similar al del 01 de agosto (del 2017), ¿para qué vamos a votar por el gobernador? En ese momento, se preguntaban, para qué vamos a votar por la Asamblea Nacional. La abstención iba a ser de espanto. ¿Y qué se hizo? De forma relativamente inteligente, cambiamos una derrota electoral por un triunfo simbólico. Los dos meses siguientes, nuestro argumento fue que había ganado la abstención.
En el mismo sentido, recuerdo que la primera vez que yo me quede mudo en una entrevista televisiva, fue el 12 de abril del 2002. Cuando ya se sabía que Carmona era el que reunía cierto consenso para ser presidente, la periodista me preguntó: ¿y quien escogió a Carmona? Era una pregunta natural. La gente se decía a sí misma: yo escogí a Chávez, pero, ¿quién escogió a Carmona?
Así, otra jugada que se ve de anteojito la vemos en el 2003. La oposición iba a jugar la carta del revocatorio, partiendo de la premisa de que la gente no quería a Chávez. Y tenían el arma guardada que es el paro petrolero. La lógica nos dicta que, solo después que nos negarán el referéndum, debíamos haber jugado la carta del paro. Y ocurrió todo lo contrario: lanzan el paro antes del referéndum, y cuando ya el paro se está agotando, el gobierno te dice que el referéndum no va.
No obstante, siendo francos, ¿Qué le podemos criticar a la dirigencia? ¿Qué se manejan como políticos en un ambiente de extrema complejidad, ante un adversario que tiene todas las de ganar? Aunque, claramente, hay visiones equivocadas. Por ejemplo, el tema de la Unidad. Cuando creemos que están unidos, a la hora de una crisis, se nota la debilidad. El gobierno logra revertir sus derrotas y la oposición no sabe aprovechar sus victorias. Esa ha sido la marca de fábrica de estos 18 años.
ES: También influye el hecho de que se hace más evidente el no aprovechamiento de esas victorias, cuando tenemos al frente un enemigo único donde no hay espacio para las fricciones, y que hace casi imposible el percibir sus divisiones internas.
YS: Y que no las va a mostrar nunca. En el gobierno hay un pensamiento estratégico. Ahora, ¿Cómo se logra un pensamiento estratégico en la Mesa de la Unidad cuando, más allá de lo electoral, no tienes ninguna otra garantía por parte de los dirigentes? Lo único que está claro dentro de la MUD, y para lo que fue creada, es que vamos unidos para las elecciones. Ahora, cuando no estamos en tiempo electoral es bastante complejo desarrollar una estrategia programática y de criterios, cuando cada partido busca accionar diversas tácticas para ser más competitivo. Podemos criticarlos. Pero, ¿qué tan realista es la crítica? Eso sería como criticar a la Venezuela de los años 80 de nunca haber ido a un mundial de fútbol, porque era evidente que, con esos jugadores, no era posible. Sin embargo, a mi entender y en términos electorales, uno de los principales errores fue que, en el año 2016, nos desbocamos pensando que con esa mayoría conquistada el 6-D podíamos lograrlo todo. Al final, parece que no terminamos de entender a que nos estamos enfrentando.
ES: Vimos al boxeador sobre las cuerdas…
YS: Exacto. Porque, ¿era previsible o no que el gobierno iba a evitar el referéndum revocatorio? Totalmente, lo que no sabíamos era cómo y cuándo. Pero de que lo iban a hacer, lo iban a hacer. En ese contexto, otros argumentan que al negarnos el referéndum el plan era irnos hacia Miraflores, está bien, entonces, ¿por qué devolviste a la gente de Miraflores y te sentaste a dialogar? Uno podía creer en el experimento del dialogo con el gobierno del 2014. Pero luego de esa experiencia, sabías que un diálogo con el gobierno no iría a ninguna parte. En el 2014, tenía razón el dialogo. En el 2016, ya sabías que era mentira.
ES: ¿Y en el 2017?
YS: Ahí yo creo que la MUD está jugando de la siguiente manera: le dice a la Comunidad Internacional que tienen intenciones de dialogar pero, muy dentro de sí, saben que eso no va a ningún lado. Pero no sería correcto decir, de forma tajante, no quiero el dialogo. Al final, es un amague de dialogo. A golpe, hemos vuelto a la línea que le ha dado resultado a la oposición que es la línea evolutiva: vamos a ir recuperando y acumulando fuerza para luego actuar. Aunque, claro, es muy fácil para mí hablar desde mi espacio de profesor universitario de Ciencias Políticas cuando hay un país que se está desmoronando y que requiere respuestas inmediatas. Pero mi planteamiento fue que, la oposición debió haberse concentrado en ganar la mayoría de las gobernaciones en el año 2016. Había que presionar esas elecciones. Recuerdo haberle comentado a una dirigente carabobeña que parecía que nos íbamos a quedar sin el chivo y sin el mecate. ¿Y dónde estamos ahora? Sin referéndum, y vamos a tener elecciones de gobernadores, casi un año después, con una ilegitima Asamblea Nacional Constituyente, con unas elecciones que, desde el punto de vista de las políticas públicas, van a ser totalmente ineficaces.
V Parte – Venezuela y el reto de civilizar la política
ES: Bueno, en líneas generales, ese es el liderazgo que tenemos. Pero, pensando a futuro, ¿usted cree que se necesita un cambio de paradigma en el liderazgo político venezolano?
YS: El liderazgo que tenemos hoy lo puedo sintetizar así: el venezolano está pasando hambre por el tema inflacionario, por el tema de la escasez y ¿qué es lo que le preocupa a Maduro? Como seguir siendo presidente ¿y a la oposición? Cuidar unas parcelas regionales. Por otro lado, y en otro momento, cuando comparamos que hubo lideres como Gandhi que ponía la vida, literalmente, para lograr los objetivos de una India independiente y de una India en paz, y te digo literalmente, porque hacia huelgas de hambre hasta que hindúes y pakistaníes se pusieran de acuerdo. Estaba dispuesto a morir por esa pacificación. Estamos hablando, allí, de dos dimensiones radicalmente distintas. Ahora, en lo que concierne al caso venezolano, evidentemente, uno quisiera, al menos, un liderazgo más desprendido.
ES: Es decir, más un apego a los principios que un cambio de paradigma…
YS: Claro. Te lo pongo así. En el año 2013, la gente veía que Maduro era un candidato ganador de calle. La gente tenía muy reciente la muerte y el recuerdo de Chávez. Sus seguidores aún lo estaban llorando. Y, en un momento, las cosas se empiezan a revertir, ¿Dónde crees que estuvo el punto de honor, el punto de inflexión de la campaña de Capriles? Cuando él dice “Yo quiero la verdad”, e hizo referencia directa que, en esencia, todo el asunto de la muerte de Chávez, sus partes médicos, su tratamiento, había sido una gran mentira. Ese discurso en el que Capriles empieza a pedir por la verdad dio un vuelco en la campaña. Demostró que los valores tienen una importancia estratégica, tanto en la campaña electoral, como en política y liderazgo en general. Pero, para poder ser creíble, tú debes ser consistente con los valores que predicas.
¿Qué pido? Que se entienda que a la gente hay que decirle la verdad. Decirle: señores, puede ser que en estas elecciones no logremos los objetivos, puede ser que al día siguiente nos inhabiliten y que no tengamos gobernadores, pero debemos votar como parte de la lucha pacífica. Aunque parezca que nuestro voto no va a ser eficaz para resolver los problemas (políticas públicas administradas por gobernadores) sí va a ser eficaz en el debilitamiento del régimen. Hay que hablarle a la gente con la verdad. Decirle que, es preferible votar y volver a demostrar que somos mayoría a decir que Lacava es el nuevo gobernador.
¿Cuál ha sido el error? Decir que vamos a defender un espacio. Porque aquí no hay espacios, hay concesiones. Y, sinceramente, no tengo idea de cuantas concesiones nos van a dar. Aunque hay que tomar en cuenta que este gobierno, en este momento, está tratando de mostrar una cara blanda. Porque aún no ha comenzado a ser (la ANC) el Comité de Salud Pública que uno sabe que puede ser y esperaba que fuese. Y eso puede empezar en cualquier momento.
ES: Eso fue en la oposición, ahora, ¿usted ve posible un cambio de paradigma en el liderazgo del chavismo?
YS: Ojalá. El problema que tienen ellos es que, la incapacidad de satisfacer las necesidades y dar respuestas a las demandas es tal, que solo les queda la mano dura y la fuerza. Un proceso democratización para ellos, hoy en día, los sacaría del poder. Por ejemplo, a mi me gustaría ver, en 10 años, un mano-a-mano por la presidencia de la República entre un Miguel Pizarro y un Héctor Rodríguez, por tomar uno y uno de cada lado. Sería muy interesante. Porque al final, porqué votarían los oficialistas: por una alternativa socialista democrática. Y que más o menos sepan entender la realidad económica. A mí, por ejemplo, me encantaría ver un chavismo desmilitarizado. Porque a mí no me molesta tanto lo socialista como lo militar. Porque los socialistas irán aprendiendo de sus errores, los militares no. Estos últimos, en la medida en que sienten que pierden poder lo que hacen es reforzar su posición desde la coacción, desde la fuerza.
ES: ¿Qué opinión le merece el actual liderazgo joven venezolano?
YS: Personalmente, a mi me entusiasma. Me entusiasma ver chamos que se están preparando, y que están conscientes de que deben tener una comprensión muy grande del proceso político. Porque este proceso es muy parecido al que vivió la generación en la época de Pérez Jiménez. Porque, en honor a la verdad, a la dirigencia política actual la democracia parece que los adormeció. Parece que la renta terminó siendo un somnífero que no les permite calibrar la dimensión política de las cosas. Sin embargo, no podemos perder el norte. Hace días escuché a un dirigente decir “Hay que tomar decisiones en la salud sin meter la política”. Y eso es muy peligroso, porque ese mensaje fue el que allanó el camino a Chávez. Ahora, en ese sentido yo estoy claro. Confío más en la gente de abajo para lograr cambios, que en la resistencia de clase media. Porque la tienen clara: cambio pacífico, sin violencia, en busca de nuestro bienestar.
ES: ¿En qué cree que ha fallado esa resistencia de clase media?
YS: Prepotencia. Creer que porque tú no te unes a ellos, estas equivocado. Y así sin más. En el 2014, cuál fue el planteamiento de esa resistencia: En 3 días los barrios se van a sumar a nosotros y esto cae. Se crean su propia burbuja y eso produce una gran distorsión. Una gran miopía que llega a la dirigencia.
ES: Por último, ¿cuál cree usted que sea el reto de los próximos años en nuestro liderazgo?
YS: Desde el punto de vista de la dirigencia, el reto de los próximos años es civilizar la política. Desmilitarizar la política otra vez. Por eso, en una oportunidad, Caldera comentó de forma muy aguda que parece que en Venezuela es más fácil militarizar a los civiles, que civilizar a los militares. De eso se trata, de que la política es un asunto civil. El gran reto de Venezuela es civilizar la política. Porque los 40 años de democracia parecen un oasis en un mundo plagado por militarismo. Por eso, debe regresar el carácter no beligerante de los militares, si queremos alcanzar ese país que sé, que, más allá de las diferencias, todos soñamos.
Pueden leer la entrevista del original aqui