El Proyecto TREN (Talleres de reconstrucción nacional), es una iniciativa de un grupo de personalidades carabobeñas y nacionales que tiene como misión, el pensar y coordinar las acciones que desde la sociedad civil requiere el país para su mejor desenvolvimiento en un ámbito democrático y descentralizado. De acuerdo al decir de sus primeros documentos: el proyecto TREN tiene por objeto crear una herramienta de participación para amplios sectores nacionales de la sociedad civil que comparten la angustia y preocupación por el futuro del país y que sienten la obligación de aportar sus capacidades y experiencias en el proceso de reconstrucción nacional.
El Tren no podía estar separado de la realidad nacional. Entiende la gravedad por la cual pasa la nación y la actual coyuntura de crisis política que ya lleva tres semanas. Entiende a su vez, que las vías tomadas por las partes no son las adecuadas para la resolución del conflicto. Los resultados hasta los momentos, son mayor represión, venezolanos asesinados por la violencia política, cientos de heridos y detenidos y decenas de torturados. Además las pérdidas económicas en horas hombrese pueden cuantificar en miles de millones de bolívares.
La propuesta de diálogo formulada por el gobierno se entiende más como una jugada política, que una oportunidad para la reconciliación. Quieren la paz, por supuesto, pero para poder seguir llevando la política que ha llevado a la destrucción de la economía nacional y la imposición de un régimen de democracia hibrida, donde el despotismo se esconde bajo la llamada permanente a procesos electorales en clara posición de ventaja financiera e institucional.
Desde el lado de la oposición (en las actuales circunstancias no le cabe otro nombre) la respuesta ha sido múltiple, donde se pueden cuantificar al menos al menos tres tendencias:
- Los insurrectos que se mantienen en la calle y tras las barricadas, que creen que están en el camino correcto para cambiar el régimen político imperante y que aunque no lo expresen abiertamente, esperan un desenlace a través de la renuncia o abandono del cargo del gobernante.
- Los librepensadores, aquellos que por cuenta propia y sin permiso de nadie, acudieron presurosos a las mesas de diálogos. Entre ellos caben nombrar al periodista Vladimir Villegas, Pedro Pablo, el expresidente de la FCU UCV Ricardo Sánchez, el alcalde de la ciudad de Valencia Michelle Cochiola, entre otros.
- La dirigencia de la Mesa de la Unidad Democrática encabezada por Primero Justicia, Acción Democrática, Copei y Ramón Guillermo Aveledo, quienes han condicionado el dialogo a unas condiciones previas, que garanticen que estas se realicen dentro del marco constitucional y garantías de un mediador que permita que los acuerdos realmente se concreten (ver condiciones de Capriles). A su vez la dirigencia estudiantil a pesar de marcar distancia con la MUD, ha generado un documento de peticiones, que condicionan su participación en el diálogo en términos muy parecidos.
Otros actores como la dirigencia de Fedecámaras centrada en su papel de organismo cúpula empresarial y no como vocero de un sector político partidista y el empresario Lorenzo Mendoza, aprovechan la oportunidad para lograr incidir en la política económica pero que sus posiciones poco pueden influir en los elementos políticos de la crisis.
Quizás sin darse cuenta, esta tríada de tendencias, forman una simbiosis que se complementan más que se rivalizan, y que pueden lograr consolidar una frente de batalla, ante el intento hegemónico del régimen hoy presidido por Nicolás Maduro: los insurgentes son necesarios, porque sin la gente en la calle (no en guarimbas) el gobierno mantendría su arrogancia en su tarea de destrucción de Venezuela; los librepensadores, porque permite decirle al gobierno unas cuantas verdades en la cara, y la Mud, puesto que terminan siendo, a pesar de sus problemas coyunturales de legitimidad el canal, donde la alternativa democrática pueden reencontrarse.
Es posible el dialogo, por supuesto que sí. Pero requiere de unas condiciones del entorno, para que ella pueda darse. Más allá de la buena voluntad de los actores, de los cuales no podemos ahondar porque “caras vemos corazones, no sabemos”, lo cierto es que en una contienda de carácter político el diálogo o negociación estará signada por un elemento: la imposibilidad de victoria de algunas de las partes.
Para que se entienda, si uno de los actores de la oposición percibe que se encuentra en la posibilidad que el gobierno ceda sin dialogo e incluso que caiga, va a mantener incólume su línea de conducta en acciones de calle, esperando el desenlace. Igual ocurre, si el gobierno (el cual no ha sentido ciertamente que su régimen se encuentre en peligro), cree que las protestas pasaran incluso si no cediera un ápice a sus peticiones, entonces tampoco estaría dispuesto a dialogar, más allá que el teatro que forma para las audiencias nacionales e internacionales.
Ahora bien si los actores políticos opositores dan cuenta que la caída del régimen es un imposible en el corto plazo, pero a su vez el régimen entiende que es imposible lograr la paz social y los costos que ello conlleva a su gobernabilidad, si no cede en ciertos aspectos, entonces se dará el terreno para un proceso de diálogo.
En este contexto, el Tren, como movimiento que se asume parte de la sociedad civil, cree que la situación de crisis en la que se encuentra sumida la sociedad, hace imposible que la gente no exprese su malestar por cualquier vía. También entiende que la realidad política no parece conducir en las actuales circunstancias a un cambio de gobierno.
Así en el ánimo de aportar soluciones a la actual crisis política, el Proyecto Tren asumió el compromiso de la construcción de la Plataforma por la Paz: Nelson Mandela. Creemos que el dialogo es posible si el interés es Venezuela. Si bien se reconoce que Maduro fue electo por un período constitucional, también es menester que comprenda que cien mil votos de ventaja no es un aval para imponer un proyecto hegemónico y convertir a Venezuela en el ratón de laboratorio del experimento del socialismo del siglo XXI, cuyos resultados inmediatos, han sido la debacle económica y moral de Venezuela. La Plataforma genera las condiciones para que las condiciones de dialogo vayan más allá de la buena fe, al incluir actores internacionales como mediadores de buena voluntad. .
Les invito por tanto a montarse en la plataforma que desde nuestro espacio de sociedad civil, ofrecemos por la paz de nuestra nación y un futuro próspero y verdaderamente democrático.