Podemos hacer un inventario de lo conseguido en mes y medio de protesta. Se han contabilizado más de cuarenta fallecidos (perdonen la inexactitud de la cifra, pero si este número no se ha alcanzado la tendencia estadística indica que está por venir). Cientos de personas heridas, millares de afectados por bombas lacrimógenas, más de dos mil manifestantes detenidos, algunos liberados con régimen de presentación. Un dirigente nacional preso, dos alcaldes privados de libertad y destituidos de sus cargos. Otros alcaldes amenazados de correr el mismo destino. Una diputada despojada de su investidura parlamentaria por parte del presidente de la Asamblea Nacional, quien recientemente fuera ascendido de teniente a capitán, como si fuera militar activo, cargo incompatible con el ejercicio de diputado.
Por otro lado el gobierno al escalar la violencia militar, paramilitar y judicial muestra al mundo su peor cara. Ciertamente a Nicolás Maduro, había que hacerle caso cuando dijo que no le importaba que lo llamaran “dictador” pues así es como se comporta.
Se pueden seguir sacando cuentas, la Mesa de la Unidad democrática, luce cada vez más deslegitimada, así como el liderazgo visible de esta. Ante el ciudadano opositor afectado de radicalidad, la Mud sufre de excesiva sensatez. Podemos pensar que la oposición se haya en un trance de disonancia cognitiva.
Podríamos contabilizar igualmente las multimillonarias pérdidas económicas, entre negocios cerrados, ausentismo laboral, disminución de ventas, gastos en material de defensa, puesto que como es sabido los perdigones y gases lacrimógenos hay que importarlos en un momento en que escasean los dólares.
Por tanto si se realizara un conteo de inventario el saldo sería una enorme pérdida social, y que si no se recuperara algo de sensatez (¿habrá que contabilizarla entre las pérdidas?) amenaza a extenderse de manera catastrófica.
La manifestación la lideran los estudiantes. Como lo hicieron en los carnavales del año 1928. Parece que en Venezuela, febrero es el mes del cisne negro de Nassim Taleb. El hecho imprevisto que todo lo cambia de manera irreversible. Podemos realizar el mismo ejercicio y contabilizar las ganancias alcanzadas por los estudiantes de la generación del 20. Allí habría que contar estudiantes detenidos, encarcelamientos, torturas y exilios. Ha de recordarse los fallecimientos de Pio Tamayo y Guillermo Prince Lara. Los resultados se vieron años después, al morir Juan Vicente Gómez, cuando a los protagonistas les tocó dirigir los cambios democráticos de la insurgente Venezuela del postgomecismo.
Desconozco cual será el final de la actual crisis política. Algunas ideas se encuentran en mi post anterior “Juego Trancado”. Sin embargo, algo podemos augurar, no todo es perdida, los estudiantes que asumieron la vanguardia de esta lucha, están, sencillamente, ganando el futuro.
Muy interesante. El gobierno no negociará honestamente si no se ve amenazado. Creo que lo sucedido hasta ahora, en Venezuela, lejos de asustarlos lo está favorenciendo para tapar la violenta crisis económica. Todos estamos de acuerdo que la salida a la crisis es la negociación y con un mediador imparcial.
Muy acertado, presentas el diagnostico en cada una de sus etapa, sigo estando de acuerdo con tu artículo anterior “El juego está trancado”